⚠️ Recomendación práctica
Una mala selección del sistema de lubricación puede anular el efecto positivo del mejor lubricante. Por eso es fundamental evaluar las condiciones reales de operación antes de elegir, y en lo posible, implementar sistemas automatizados para equipos críticos o de difícil acceso.
¿Cómo seleccionar el lubricante adecuado?
Seleccionar el lubricante correcto va mucho más allá de elegir entre grasa o aceite. Técnicos de mantenimiento se enfrentan a menudo con preguntas como:
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¿Cuál es la viscosidad adecuada?
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¿Cómo influye la temperatura o la velocidad de trabajo?
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¿Puedo usar el mismo lubricante en rodamientos y reductores?
Una mala decisión en esta etapa puede derivar en desgaste acelerado, pérdida de eficiencia, contaminación o fallas mecánicas prematuras.
Tipos de lubricantes y su uso en mantenimiento industrial
En términos generales, los lubricantes industriales se dividen en dos grandes grupos: aceites y grasas.
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Los aceites se emplean principalmente en sistemas con circulación o en componentes que requieren enfriamiento y limpieza continua, como cajas de engranajes, sistemas hidráulicos o compresores.
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Las grasas, en cambio, se utilizan cuando se necesita una lubricación más persistente, especialmente en puntos de difícil acceso, componentes sometidos a carga elevada o en condiciones ambientales agresivas.
La elección entre uno u otro depende del tipo de mecanismo, la forma de aplicación, la velocidad de operación y las condiciones ambientales del entorno.
Los 6 factores técnicos para elegir un lubricante
Para tomar una decisión adecuada, es necesario considerar los siguientes parámetros:
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Viscosidad: Es el parámetro más crítico. Una viscosidad demasiado baja no protege correctamente; una muy alta genera resistencia excesiva. Se recomienda seguir los grados ISO VG para aceites industriales, adaptando la selección a la temperatura de operación y al tipo de carga.
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Tipo de carga y velocidad: Cargas pesadas y bajas velocidades requieren lubricantes con aditivos antidesgaste (EP). Para equipos que trabajan a alta velocidad (como motores eléctricos o husillos), se prefieren aceites más ligeros o grasas con base sintética.
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Condiciones ambientales: En entornos con alta humedad, polvo o agentes corrosivos, se deben usar lubricantes con aditivos anticorrosivos o con mayor estabilidad térmica. En exteriores, las grasas con espesantes complejos (como complejo de litio) ofrecen mejor resistencia al lavado por agua.
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Compatibilidad de materiales: Algunos aditivos pueden ser agresivos para juntas, retenes o materiales blandos. Siempre revisar la hoja técnica del producto y la compatibilidad con los materiales del equipo.
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Intervalo de relubricación: Lubricantes con mayor resistencia a la oxidación o base sintética pueden alargar los períodos entre recambios, lo que impacta positivamente en la productividad y el costo operativo.
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Recomendaciones del fabricante: Es clave revisar el manual del equipo, que suele especificar el tipo de lubricante, viscosidad y características mínimas requeridas.
⚠️ ¿Y qué pasa si elijo mal?
Usar un lubricante con viscosidad inadecuada puede causar microdesgaste, formación de barnices, aumento de temperatura y degradación de sellos. También se incrementa el riesgo de fricción metal-metal, acelerando el desgaste de componentes críticos como rodamientos, engranajes y cojinetes. Incluso una grasa mal seleccionada puede generar sobrepresión, dificultar el giro libre o retener contaminantes.
¿Qué modos de desgaste existen y cómo prevenirlos?
Cuando una máquina empieza a generar ruido, vibración o pérdida de rendimiento, muchas veces se asume que el problema está en el diseño o en la calidad del componente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el desgaste es el resultado de procesos físicos mal controlados. Para un técnico de mantenimiento, conocer los tipos de desgaste más comunes y cómo se producen es esencial para aplicar acciones correctivas y preventivas de forma efectiva.
¿Qué es el desgaste y por qué ocurre?
El desgaste es la pérdida progresiva de material de una superficie sólida como resultado del contacto con otra superficie, bajo condiciones de carga, movimiento y entorno. A diferencia de la rotura o el colapso mecánico, el desgaste suele ser un proceso lento y acumulativo, pero puede derivar en fallos graves si no se detecta a tiempo.
La norma DIN 50320 clasifica el desgaste en diferentes mecanismos, que dependen del tipo de interacción entre las superficies, la presencia de partículas, la lubricación y las condiciones ambientales. Estos son:
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Desgaste adhesivo.
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Desgaste abrasivo.
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Desgaste por fatiga superficial.
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Desgaste corrosivo.
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Desgaste mixto o combinado.
En la práctica, muchos componentes sufren mecanismos de desgaste combinados. Por ejemplo, una bomba puede presentar abrasión por partículas, adhesión por mal arranque y corrosión por condensación interna. Esto hace que la prevención no dependa solo del lubricante, sino de una gestión completa del entorno operativo.
¿Cómo prevenir el desgaste de forma efectiva?
La prevención del desgaste comienza por identificar correctamente el mecanismo dominante en cada componente y aplicar medidas específicas:
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Mantener una lubricación continua y con la viscosidad adecuada.
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Controlar la contaminación de los lubricantes mediante análisis y filtración.
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Aplicar intervalos de relubricación acordes al uso real del equipo.
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Seleccionar materiales compatibles con las condiciones de operación (carga, temperatura, velocidad).
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Monitorear condiciones críticas como vibración, carga, temperatura y presión.
Además, implementar programas de mantenimiento predictivo que incluyan inspecciones, análisis de aceite y monitoreo en línea puede anticipar el inicio del desgaste antes de que se traduzca en daños reales.
¿Qué es el análisis de aceite y cómo se usa en mantenimiento predictivo?
Técnicos de mantenimiento suelen cambiar el aceite por rutina o ante síntomas visibles, como temperatura elevada o pérdida de presión. Sin embargo, en muchos casos eso significa actuar tarde. El análisis de aceite es una herramienta predictiva que permite anticipar fallas antes de que ocurran, detectar contaminación o desgaste interno, y alargar la vida útil del equipo.
En esta sección explicamos qué es el análisis de aceite, qué parámetros evalúa, y cómo se integra dentro de un programa de mantenimiento predictivo. Su implementación práctica puede marcar la diferencia entre mantener un activo disponible o detener una línea de producción por una parada inesperada.
¿Qué es el análisis de aceite y sus parámetros de evaluación?
El análisis de aceite consiste en la recolección y estudio sistemático de muestras de lubricante en uso, con el objetivo de evaluar su estado, detectar contaminación y observar señales tempranas de desgaste mecánico en el equipo. Se realiza en laboratorios especializados y combina técnicas físicas, químicas y espectrométricas para ofrecer un diagnóstico preciso del estado del fluido y del activo.
Este análisis permite tomar decisiones técnicas basadas en evidencia, evitando mantenimientos innecesarios o, por el contrario, corrigiendo desviaciones antes de que se conviertan en problemas graves.
Un análisis de aceite puede incluir los siguientes elementos, según el objetivo de cada estudio:
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Viscosidad: determina si el lubricante mantiene su capacidad de separación de superficies. Variaciones indican oxidación, dilución con combustible o contaminación con agua.
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Índice de acidez (TAN) o alcalinidad (TBN): muestran si el aceite ha comenzado a degradarse químicamente.
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Contenido de agua: detectar humedad o condensación que puede generar corrosión.
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Presencia de metales: indica desgaste interno de componentes (hierro, cobre, cromo, aluminio).
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Contaminantes sólidos: partículas externas (sílice, polvo), internas (hollín, residuos), o productos del proceso.
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Aditivos: evalúa si los elementos activos del aceite siguen funcionando (antioxidantes, EP, detergentes).
¿Para qué tipos de equipos se recomienda?
El análisis de aceite es especialmente útil en equipos lubricados por circulación o con grandes volúmenes de aceite, como:
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Reductores de velocidad
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Compresores
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Motores industriales
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Turbinas
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Sistemas hidráulicos
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Cajas de engranajes cerradas
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Maquinaria pesada de obra o minería
También es recomendable en cualquier activo crítico cuya parada no planificada represente un alto costo operativo.
¿Con qué frecuencia se debe analizar el aceite?
No existe un intervalo único válido para todas las máquinas. La frecuencia debe adaptarse a cada equipo, considerando:
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Criticidad del activo: Si la parada del equipo afecta producción o seguridad, el análisis debe ser más frecuente.
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Tipo de aplicación: Equipos sometidos a cargas cíclicas, ambientes contaminantes o altas temperaturas requieren seguimiento más estrecho.
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Volumen de aceite: Sistemas con gran cantidad de lubricante se benefician de extender los intervalos, pero requieren monitoreo para asegurar calidad.
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Tipo de lubricante: Aceites minerales suelen degradarse antes que los sintéticos. También influye la formulación (EP, antioxidantes, etc.).
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Historial del equipo: Equipos con antecedentes de desgaste acelerado, sobrecalentamiento o contaminación requieren análisis más frecuentes.
Existen herramientas que calculan la periodicidad de análisis de aceite considerando las múltiples variables antes mencionadas.
Fracttal, por ejemplo, ofrece una calculadora gratuita de frecuencia de análisis de aceite donde puedes ingresar los datos de tu operación y recibir una recomendación rápida, basada en criterios técnicos validados. Esto permite estandarizar criterios en plantas con muchos equipos, sin caer en la subjetividad o el exceso de análisis innecesarios.
La tribología dentro de un programa de mantenimiento basado en condición (CBM)
Muchos equipos de mantenimiento ya realizan análisis de aceite, inspecciones visuales o monitoreo de vibración. Sin embargo, pocas veces se integra toda esa información bajo una estrategia estructurada de mantenimiento basado en condición. Y menos aún se entiende que la tribología, a través de la lubricación y el análisis de desgaste, es uno de los pilares técnicos del CBM.
En resumen, la tribología aporta dos herramientas clave al mantenimiento basado en condición:
Análisis de aceite: Permite identificar desgaste interno, contaminación o degradación del lubricante. Es una ventana directa al estado de componentes como rodamientos, engranajes, bombas y sistemas hidráulicos.
Gestión avanzada de lubricación: Incluye selección adecuada del lubricante, frecuencias optimizadas, sistemas automatizados de aplicación y control de contaminación. A través de estas prácticas se evita el desgaste prematuro, se reducen las fricciones internas y se mejora el rendimiento energético de los equipos.
En conjunto, estas acciones tribológicas permiten detectar desviaciones tempranas que, si no se corrigen, derivarán en modos de falla que afectarán al activo durante su vida útil.