Internet de las Cosas (IoT) y la Gestión de Activos Físicos

“Las tecnologías más profundas son aquellas que desaparecen, se tejen a sí mismas en la tela de la vida diaria hasta que son imposibles de deshacerse de esta” Weiser Mark

El Internet de las Cosas o “IoT” de la abreviatura de “Internet of Things”, es la propuesta de colocar sensores y dispositivos en cosas u objetos, a fin de que puedan ofrecer datos o información sobre su estado, localización, funcionamiento  y demás características, a través tanto de la red física como inalámbrica. En otras palabras, el Internet de las cosas ofrece la posibilidad de un mundo absolutamente interconectado,  en una tupida malla/red de información entre humanos y maquinas o entre máquinas y máquinas, desde cualquier lugar y en cualquier momento.

Tal posibilidad de multiplicidad de conexiones, se sustenta e inspira en la concepción de ubicuidad y es facilitada por la revolución y expansión cada vez más creciente de las tecnologías de información y comunicación, así como de la electrónica. Al respecto, interesa significar que la computación ubicua se define como el intento de integrar la informática en el contexto personal  mediante diversos dispositivos, con el propósito de ayudar en el desarrollo y cumplimiento de las tareas cotidianas. Lo expuesto conduce a la concepción de sociedad ubicua, donde todas las personas y todos los objetos están conectados, se identifican y se encuentran en la gran malla /red mundo. La eventualidad  de estar permanentemente conectados  y localizables, ha supuesto también la aparición de una nueva generación de consumidores, que demandan nuevos productos y servicios basados en la ubicuidad y en la interconexión.

Cabe destacar que el origen del  Internet de las Cosas (IoT), se remonta al año 1999, cuando Kevin Ashton, cofundador y director del Auto-ID Center (Grupo de investigación centrado en el desarrollo de etiquetas RFID y sensores) del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) utilizo esta expresión con los directivos de la empresa Procter & Gamble, a quienes intentaba convencer acerca de la importancia de incluir en sus cadenas de suministro a las etiquetas RFID (Radio Frecuency Identification).

A los fines de comprender el significado de tan importante avance tecnológico y sus implicaciones en todas las áreas del saber, la vida y la cotidianidad, es necesario recordar la evolución o las generaciones de internet. En este sentido, interesa referir a la internet como una de las creaciones más importantes, abarcantes y poderosas de toda la historia de la humanidad, siendo innegable su impacto en todas áreas del quehacer humano y su importancia en la producción/difusión del conocimiento científico y tecnológico, así como sus múltiples aplicaciones tanto en la vida personal /familiar como en el mundo empresarial /organizacional.

En primer lugar cabe resaltar a la Internet de contenidos, la cual comenzó a principios de los años noventa con la definición de HTTP y la creación de la WEB (World Wide Web). En esta primera fase, la web era estática y se utilizaba básicamente para publicar, difundir y compartir contenidos.

Posteriormente surge la Internet de los servicios, así el usuario comenzó a crear contenido, los programas XML, los servicios Web y una amplia gama de herramientas de colaboración  y de productividad y aplicaciones comerciales. A continuación y gracias a la disponibilidad del acceso móvil de banda ancha, se puede hablar de la Internet de la personas, aquí proliferan los teléfonos inteligentes, las tabletas y las múltiples aplicaciones de redes sociales, que mantienen conectadas a las personas con personas.

En la actualidad somos testigos de la Internet de las Cosas (IoT), una tecnología emergente capaz de crear un universo conectado/imbricado, omnipresente e ilimitado en red, en el que los humanos y las maquinas o las máquinas y maquinas interactúan, con la habilidad de transferir data a través de la red, sin necesidad de intervención humana. De lo que se trata entonces, es de articular redes de objetos que interactúen entre ellos y su entorno de manera eficiente; es decir objetos con la capacidad de recabar información por ellos mismos y no a través de humanos. De esta forma, al atravesar el umbral de conectar a internet más objetos que personas, se abre una enorme ventana de oportunidades para la creación de aplicaciones en las áreas de la automatización, el uso de sensores y la comunicación entre maquinas.

Ahora bien, en un mundo en el que convergen lo físico con lo digital, la tecnología sirve como herramienta de colaboración y toma de decisiones. Cada vez más objetos están siendo integrados con sensores, ganando capacidad de comunicación y con ello, las barreras que separan el mundo real del virtual se desdibujan. Un escenario futuro de millones de dispositivos conectados a la red implicaría una explosión exponencial. Según un reporte anual de Cisco, en 2018 el 50% de todas las conexiones,  provendrán de un dispositivo móvil. Además se multiplicarían 11 veces las conexiones existentes entre las maquinas.

En sintonía con lo precedente esta última generación de internet, representa un gran avance/salto/evolución en la capacidad para reunir, analizar y distribuir datos que se pueden convertir en información, conocimiento y sabiduría. De esta manera, el Internet de las cosas, conduce a aplicaciones revolucionarias con el potencial de mejorar exponencialmente la manera en que las personas viven, aprenden, trabajan, se entretienen y se comunican. Al efecto, tanto a nivel doméstico como a nivel empresarial/organizacional, el Internet de las cosas, está cambiando el mundo tal como lo conocemos, generando implicaciones tecnológicas, sociales, económicas, culturales y jurídicas.

En concordancia con lo precedente, el Internet de las cosas, es una tecnología que permite instrumentar los objetos y tiene el potencial de cambiar radicalmente la forma de hacer negocios, así las empresas /organizaciones pueden ganar en ventajas competitivas logrando transformar las nuevas fuentes de información en valor económico real. En este orden,  para entender el Internet de las cosas  desde un punto de vista más técnico, es necesario referir a las tres capas que lo posibilitan, a saber: la miniaturización del Hardware, lo cual implica la reducción del tamaño de los dispositivos electrónicos,  por lo cual  los sensores son cada vez más pequeños, sin detrimento de su velocidad lo que posibilita que puedan ser incorporados en cualquier objeto, sin importar la circunstancia; las necesidades de infraestructura y el desarrollo de Software más innovadores.

En atención a lo expuesto y sobre la base de una compleja red que conecta miles de millones de dispositivos y a los seres humanos en una infraestructura multitecnológica, multiprotocolo y multiplataforma, la principal visión de Internet de las cosas, es crear un mundo inteligente para crear entornos inteligentes. Sus servicios de aplicaciones se expanden en muchos ámbitos, y así se habla de ciudades inteligentes, transportes inteligentes, escuelas inteligentes, edificios inteligentes, eficiencia energética, organizaciones inteligentes, salud inteligente y muchos más, usando diferentes tecnologías como la nanoelectrónica, la red inalámbrica de sensores (WSN), la identificación por radiofrecuencia (RFID), la localización, el almacenamiento y el uso de la “nube”.

La tarea entones es construir entornos inteligentes, capaces de analizar, diagnosticar y ejecutar funciones eliminando posibles errores humanos, por cuanto las tareas manuales van siendo sustituidas por automatismos que operan con base a dicha información, prescindiendo de la intervención humana. Al efecto, muchos segmentos de industrias/empresas/organizaciones, están valorando lo útil que resulta  obtener información derivada de sensores, compartir y automatizar las respuestas.

En esta vorágine de cambios e innovaciones, apuntalada por la interconexión en red y aplicado al ámbito industrial, surge la Internet industrial de las Cosas (IIoT) la cual se define como una malla/red de dispositivos, máquinas y objetos conectados en las industrias, orientados a lograr estándares de mayor producción, calidad, eficiencia y rentabilidad; así mismo imbricadas con otras industrias inteligentes y con el entorno local/global en función de alimentarse de información vital tales como oferta y demanda, servicios y nuevos mercados, asuntos económicos y financieros, políticos, jurídicos, entre otros. Toda esta revolución enfrenta a las industrias a una nueva era de innovación y cambios, permitiéndoles interconectar maquinas inteligentes, tecnologías Big Data, tecnología de sensores, comunicación de maquina a máquina (M2M) y tecnologías de automatización, con lo cual las empresas/industrias/organizaciones, pueden realizar seguimiento y tomas de decisiones más inteligentes en tiempo real.

De esta manera, el Internet Industrial de las Cosas (IIoT), permite satisfacer los requerimientos empresariales, desarrollar más servicios en tiempo real, adentrarse en procesos y relaciones complejas, gestionar incidencias, abordar la degradación del medio ambiente, supervisar las actividades, mejorar la integridad de la infraestructura y gestionar el mantenimiento.

Autor: Christian D. Struve
Co-fundador y CEO

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Internet de las Cosas (IoT) y la Gestión de Activos Físicos

“Las tecnologías más profundas son aquellas que desaparecen, se tejen a sí mismas en la tela de la vida diaria hasta que son imposibles de deshacerse de esta” Weiser Mark

El Internet de las Cosas o “IoT” de la abreviatura de “Internet of Things”, es la propuesta de colocar sensores y dispositivos en cosas u objetos, a fin de que puedan ofrecer datos o información sobre su estado, localización, funcionamiento  y demás características, a través tanto de la red física como inalámbrica. En otras palabras, el Internet de las cosas ofrece la posibilidad de un mundo absolutamente interconectado,  en una tupida malla/red de información entre humanos y maquinas o entre máquinas y máquinas, desde cualquier lugar y en cualquier momento.

Tal posibilidad de multiplicidad de conexiones, se sustenta e inspira en la concepción de ubicuidad y es facilitada por la revolución y expansión cada vez más creciente de las tecnologías de información y comunicación, así como de la electrónica. Al respecto, interesa significar que la computación ubicua se define como el intento de integrar la informática en el contexto personal  mediante diversos dispositivos, con el propósito de ayudar en el desarrollo y cumplimiento de las tareas cotidianas. Lo expuesto conduce a la concepción de sociedad ubicua, donde todas las personas y todos los objetos están conectados, se identifican y se encuentran en la gran malla /red mundo. La eventualidad  de estar permanentemente conectados  y localizables, ha supuesto también la aparición de una nueva generación de consumidores, que demandan nuevos productos y servicios basados en la ubicuidad y en la interconexión.

Cabe destacar que el origen del  Internet de las Cosas (IoT), se remonta al año 1999, cuando Kevin Ashton, cofundador y director del Auto-ID Center (Grupo de investigación centrado en el desarrollo de etiquetas RFID y sensores) del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) utilizo esta expresión con los directivos de la empresa Procter & Gamble, a quienes intentaba convencer acerca de la importancia de incluir en sus cadenas de suministro a las etiquetas RFID (Radio Frecuency Identification).

A los fines de comprender el significado de tan importante avance tecnológico y sus implicaciones en todas las áreas del saber, la vida y la cotidianidad, es necesario recordar la evolución o las generaciones de internet. En este sentido, interesa referir a la internet como una de las creaciones más importantes, abarcantes y poderosas de toda la historia de la humanidad, siendo innegable su impacto en todas áreas del quehacer humano y su importancia en la producción/difusión del conocimiento científico y tecnológico, así como sus múltiples aplicaciones tanto en la vida personal /familiar como en el mundo empresarial /organizacional.

En primer lugar cabe resaltar a la Internet de contenidos, la cual comenzó a principios de los años noventa con la definición de HTTP y la creación de la WEB (World Wide Web). En esta primera fase, la web era estática y se utilizaba básicamente para publicar, difundir y compartir contenidos.

Posteriormente surge la Internet de los servicios, así el usuario comenzó a crear contenido, los programas XML, los servicios Web y una amplia gama de herramientas de colaboración  y de productividad y aplicaciones comerciales. A continuación y gracias a la disponibilidad del acceso móvil de banda ancha, se puede hablar de la Internet de la personas, aquí proliferan los teléfonos inteligentes, las tabletas y las múltiples aplicaciones de redes sociales, que mantienen conectadas a las personas con personas.

En la actualidad somos testigos de la Internet de las Cosas (IoT), una tecnología emergente capaz de crear un universo conectado/imbricado, omnipresente e ilimitado en red, en el que los humanos y las maquinas o las máquinas y maquinas interactúan, con la habilidad de transferir data a través de la red, sin necesidad de intervención humana. De lo que se trata entonces, es de articular redes de objetos que interactúen entre ellos y su entorno de manera eficiente; es decir objetos con la capacidad de recabar información por ellos mismos y no a través de humanos. De esta forma, al atravesar el umbral de conectar a internet más objetos que personas, se abre una enorme ventana de oportunidades para la creación de aplicaciones en las áreas de la automatización, el uso de sensores y la comunicación entre maquinas.

Ahora bien, en un mundo en el que convergen lo físico con lo digital, la tecnología sirve como herramienta de colaboración y toma de decisiones. Cada vez más objetos están siendo integrados con sensores, ganando capacidad de comunicación y con ello, las barreras que separan el mundo real del virtual se desdibujan. Un escenario futuro de millones de dispositivos conectados a la red implicaría una explosión exponencial. Según un reporte anual de Cisco, en 2018 el 50% de todas las conexiones,  provendrán de un dispositivo móvil. Además se multiplicarían 11 veces las conexiones existentes entre las maquinas.

En sintonía con lo precedente esta última generación de internet, representa un gran avance/salto/evolución en la capacidad para reunir, analizar y distribuir datos que se pueden convertir en información, conocimiento y sabiduría. De esta manera, el Internet de las cosas, conduce a aplicaciones revolucionarias con el potencial de mejorar exponencialmente la manera en que las personas viven, aprenden, trabajan, se entretienen y se comunican. Al efecto, tanto a nivel doméstico como a nivel empresarial/organizacional, el Internet de las cosas, está cambiando el mundo tal como lo conocemos, generando implicaciones tecnológicas, sociales, económicas, culturales y jurídicas.

En concordancia con lo precedente, el Internet de las cosas, es una tecnología que permite instrumentar los objetos y tiene el potencial de cambiar radicalmente la forma de hacer negocios, así las empresas /organizaciones pueden ganar en ventajas competitivas logrando transformar las nuevas fuentes de información en valor económico real. En este orden,  para entender el Internet de las cosas  desde un punto de vista más técnico, es necesario referir a las tres capas que lo posibilitan, a saber: la miniaturización del Hardware, lo cual implica la reducción del tamaño de los dispositivos electrónicos,  por lo cual  los sensores son cada vez más pequeños, sin detrimento de su velocidad lo que posibilita que puedan ser incorporados en cualquier objeto, sin importar la circunstancia; las necesidades de infraestructura y el desarrollo de Software más innovadores.

En atención a lo expuesto y sobre la base de una compleja red que conecta miles de millones de dispositivos y a los seres humanos en una infraestructura multitecnológica, multiprotocolo y multiplataforma, la principal visión de Internet de las cosas, es crear un mundo inteligente para crear entornos inteligentes. Sus servicios de aplicaciones se expanden en muchos ámbitos, y así se habla de ciudades inteligentes, transportes inteligentes, escuelas inteligentes, edificios inteligentes, eficiencia energética, organizaciones inteligentes, salud inteligente y muchos más, usando diferentes tecnologías como la nanoelectrónica, la red inalámbrica de sensores (WSN), la identificación por radiofrecuencia (RFID), la localización, el almacenamiento y el uso de la “nube”.

La tarea entones es construir entornos inteligentes, capaces de analizar, diagnosticar y ejecutar funciones eliminando posibles errores humanos, por cuanto las tareas manuales van siendo sustituidas por automatismos que operan con base a dicha información, prescindiendo de la intervención humana. Al efecto, muchos segmentos de industrias/empresas/organizaciones, están valorando lo útil que resulta  obtener información derivada de sensores, compartir y automatizar las respuestas.

En esta vorágine de cambios e innovaciones, apuntalada por la interconexión en red y aplicado al ámbito industrial, surge la Internet industrial de las Cosas (IIoT) la cual se define como una malla/red de dispositivos, máquinas y objetos conectados en las industrias, orientados a lograr estándares de mayor producción, calidad, eficiencia y rentabilidad; así mismo imbricadas con otras industrias inteligentes y con el entorno local/global en función de alimentarse de información vital tales como oferta y demanda, servicios y nuevos mercados, asuntos económicos y financieros, políticos, jurídicos, entre otros. Toda esta revolución enfrenta a las industrias a una nueva era de innovación y cambios, permitiéndoles interconectar maquinas inteligentes, tecnologías Big Data, tecnología de sensores, comunicación de maquina a máquina (M2M) y tecnologías de automatización, con lo cual las empresas/industrias/organizaciones, pueden realizar seguimiento y tomas de decisiones más inteligentes en tiempo real.

De esta manera, el Internet Industrial de las Cosas (IIoT), permite satisfacer los requerimientos empresariales, desarrollar más servicios en tiempo real, adentrarse en procesos y relaciones complejas, gestionar incidencias, abordar la degradación del medio ambiente, supervisar las actividades, mejorar la integridad de la infraestructura y gestionar el mantenimiento.

Autor: Christian D. Struve
Co-fundador y CEO

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